Vaginosis bacteriana
Es la infección vaginal más frecuente en las mujeres, responsable de 10% a 50% de las infecciones vaginales durante la etapa reproductiva (fértil) de la mujer y no es una enfermedad de transmisión sexual.
Aunque la vaginosis bacteriana casi nunca causa complicaciones, en determinadas circunstancias puede llevar a secuelas como enfermedad inflamatoria pélvica, infección del útero (endometritis) o de las trompas uterinas (salpingitis); además, incrementa el riesgo de adquirir infecciones de transmisión sexual, como el VIH, adicionalmente en las mujeres embarazadas puede ocasionar aborto espontáneo o parto prematuro.
Causas
La vaginosis bacteriana es provocada por un desequilibrio en el balance natural de las condiciones normales de la vagina, lo que lleva a una disminución de los lactobacilos (microorganismos de la flora vaginal normal que cumplen una función protectora) y aumento exagerado de ciertas bacterias que provocan la infección, siendo las más comunes, Gardnerella vaginalis, Mycoplasma hominis, Ureaplasma urealyticum y algunos anaerobios.
Factores de riesgo
Las relaciones sexuales no protegidas, cambiar frecuentemente de compañero sexual, los dispositivos intrauterinos y las duchas vaginales favorecen la multiplicación de las bacterias en la vagina.
Signos y Síntomas
De manera característica, la vaginosis bacteriana se manifiesta por un flujo vaginal abundante, espumoso, de color blanquecino o amarillento y con un típico olor a pescado (que es más intenso después de las relaciones sexuales). Otros síntomas incluyen irritación de la vagina, prurito (picazón) y ardor al orinar.
Diagnóstico
Para diagnosticar esta infección es preciso un examen médico, que incluye la toma de una muestra del flujo vaginal y la realización de una serie de pruebas (como el examen microscópico del flujo) para identificar la presencia de bacterias.
Tratamiento
Una vez hecho el diagnóstico de vaginosis bacteriana, mediante el examen ginecológico y el análisis del flujo vaginal, el médico establecerá el tratamiento más adecuado. Los medicamentos más utilizados son el metronidazol y la clindamicina, ya sea orales o aplicados directamente en la vagina (mediante óvulos, cremas o geles vaginales) durante 5 a 7 días.
Para prevenir las infecciones vaginales se recomienda no usar duchas vaginales ni jabones fuertes o perfumados para la higiene íntima porque pueden irritar la vagina y favorecer la aparición de infecciones. En ocasiones, como medida preventiva, se recomienda la aplicación de óvulos vaginales con probióticos (lactobacilos).
Consulte con el médico.
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